Terapia del juego de Arena

El sandplay (terapia del juego de arena) fue creado por la Dra. M. Kalff (Suiza). La Dra. Kalff tenía una rica formación en música y en el pensamiento oriental, y tras formarse en el Istituto C.G. Jung en Zurich fue animada por el mismo Jung a trabajar con niños. En su elaboración del sandplay también consideró la teoría de la Dra. Lowenfeld (Inglaterra) y su “juego del mundo”.

El juego de arena se podría definir como un método de psicoterapia infantil, aunque antes que una “invención” del psicoanálisis, es realmente una “invención” de los niños que, especialmente entre los dos y cuatro años disfrutan muchísimo jugando con la arena, ya sea seca o humedecida, debido indudablemente a su plasticidad.
Por un lado estaría el placer de la sensación táctil, al escurrirse los diminutos granos por entre los dedos y por otro la alegría de crear nuevas formas que, a medida que el niño madure, serán cada vez más productivas y darán paso al juego con la arcilla o sustancias similares e incluso a las primeras tentativas culinarias. Se podría decir que a esta edad el juego con materiales plásticos y también con la arena representa una necesidad elemental.

Para Jung el juego es un fenómeno central de la actividad psíquica, hasta el punto de que el ser humano se realiza plenamente a si mismo solo cuando juega. En sus escritos el juego aparece como un factor psíquico conectado por un lado a la capacidad creativa del sujeto y por otro con una apertura a la transformación.

En el “sandplay” el niño juega en una caja de dimensiones determinadas que corresponden al campo visual humano y que contiene arena, la caja marca unos limites que actúan como un factor ordenador y protector; además, el niño dispone de un gran número de pequeñas figuras (árboles, plantas, piedras, animales salvajes y domésticos, hombres y mujeres ejerciendo diferentes actividades, vehículos de todo tipo, y un largo etc.) que le permiten expresarse de un forma rica y diferenciada. La imagen que resulta del juego es la “representación” tridimensional de una situación psíquica, un problema inconsciente es escenificado como un drama en la caja de arena. Al jugar el niño, se produce una “inmersión” que hace que se olvide de si mismo, generando una secuencia de fantasías precisas que se expresan de una forma estructurada y que a su vez ejercen una influencia en su psique, en la dinámica de su inconsciente.

Sin lugar a dudas el juego de arena puede ser utilizado como un test, siempre y cuando el terapeuta comprenda el significado de la actividad figurativa del niño.
Aquí la psicología de Jung también nos ofrece la posibilidad de comprender, interpretar y utilizar terapéuticamente las imágenes plasmadas por los niños. Cuando el niño dibuja, modela, juega, etc. se expresa en un lenguaje de símbolos, como por ejemplo, cuando coge una caja y con su boca simula el ruido de un motor y la desplaza por todo el pasillo, esa caja que objetivamente sirve para contener cualquier cosa, simbólicamente es un pequeño coche.

Cuando valoramos las imágenes formadas, sean estas visibles y palpables concretamente como en el juego de arena o se trate de sueños o fantasías, es esencial que tengamos en cuenta el valor simbólico de los objetos que aparecen y la experiencia de vida del sujeto ¿Qué significa para el niño el policía con el que ha estado jugando intensamente o le ha dado un papel protagonista en su juego con la arena?

Hay diversas vías no excluyentes para llegar al significado de experiencia de vida de un símbolo determinado:
Preguntarle al niño que juega, sueña o fantasea que significa para él.
Observar y darse cuenta de las reacciones que surgen en el sujeto en el momento del encuentro con tales cosas: curiosidad, miedo, maravilla, repugnancia…
Preguntarnos a nosotros mismos que significa para nosotros tal cosa.
También lo que Jung, llamó “amplificación”, y que está basado en la constatación de que el carácter específicamente humano tiene origen en imágenes psíquicas (mitos, cuentos, leyendas, etc.) de validez universal, incluyendo afirmaciones míticas de generaciones precedentes de nuestro pueblo y de otros extranjeros.

El terapeuta debe pues tratar de comprender las figuras formadas con la arena y al mismo tiempo también los sueños si los hay y las fantasías de los niños, y con la ayuda de estas amplificaciones tratar de llegar a su significado de vida, llegando así a adquirir nuevas ideas sobre la situación en que el niño se encuentra y nuevas vías para influir sobre él o su entorno que generalmente no se le ocurrirían a un observador puramente sentimental. Para la Dra. Kalf, además el terapeuta debe ser capaz de crear una atmósfera protectora y permisiva en su entorno que facilite esta acción terapéutica.

Por último mencionar otro aspecto fundamental, como es la “relación con el centro”. Frecuentemente los niños representan en la caja de arena escenas en un circulo o delimitan un territorio cuadrado, un ovalo, etc, esta relación con el centro, según la Dra. Kalf, toma forma en las imágenes representadas en la arena en fases decisivas del desarrollo psíquico y resulta casi inevitable ponerlas en relación con lo que Jung, usando un termino dado a ciertas imágenes de culto oriental, llama “mándala”.
A lo largo de los años que llevo de experiencia en el sandplay con niños y adultos he podido constatar que es así, que si el juego tiene cierta continuidad en el tiempo, en su momento surgen estas imágenes del centro, que parecen conducir a un desarrollo más completo partiendo del centro de la personalidad.

© Rosa Sierra Robledo, 2015
Elaborado a partir de la edición italiana del libro “Il Gioco Della Sabbia” de la Dra. M. Kalff, ed. Firenze